martes, 18 de diciembre de 2007

Itadakimasu

¡Buen provecho!"Itadakimasu" no significa "buen provecho", es una expresión utilizada por los comensales cuando el anfitrión les ofrece algo de comer:
Anfitrión: Sírvase = Doozo.
Comensal: Gracias (Me voy a servir) = Itadakimasu.
al terminar la comida, "Gochisosama", que sería "gracias por la comida, todo estaba exquisito"

Educación y comer: Normas generales

Colocación en la Mesa

TokonomaEs importante tener presente que a la hora de celebrar un banquete la distribución de los comensales no es aleatorio, sino que corresponde a la importancia jerárquica, es decir, al rango. Es por ello que la persona con mayor importancia esté delante del Tokonoma (lugar donde se suelen exponer basijas florales, pinturas y otros objetos que se renuevan con la estación del año - Foto izquierda-), en caso de no existir la persona con mayor rango se colocaría en la posición de la mesa más alejada de la entrada y posteriormente todo los demás (en función del rango jerárquico).

Cubiertos

Así como en el Mundo Occidental los cubiertos son usados para comer, en Oriente se usan los palillos. Es curioso las diferencias que hay con la cultura japonesa, china… En Japón solo se sirve los hashi (los palillos), no se usa ningun otro cubierto como por ejemplo la cuchara, la cual si que es usada en China.

hashi - hashi -

Funciones de los hashi:
- Coger
- Aguantar
- y Cortar la comida

Reglas básicas de los hashi:
- Se cojen por el lado más grueso
- Si no se están utilizando se han de dejar sobre la mesa, delante del comensal con la punta hacia la izquierda
- No se tiene que clavar en el plato de arroz
- No se puede pasar la comida a los hashi de otro comensal
- No es correcto señalar con los palillos a otra persona u objectos
- No es de buena educación jugar con los palillos en la mesa
- Para cortar los alimentos se usan los hashi, no obstante los productos suelen estar cortados y con el tamaño adecuado para comerlos en un mordisco.
- Para servir la comida se usan los tori-bashi (palillos especiales), en caso de tener que usar los hashi, se utilizarían por el lado opuesto al que se estaba comiendo.

En la mesa

A la hora de empezar a comer, para un occidental puede resultar extraño la falta de servilletas, pero resulta que en la mesa se sirve los oshibori (toallas calientes para lavarse las manos antes de comer).

A la hora de empezar y acabar cualquier comida del día es costumbre saludar a los comensales y a las personas que han elaborado la comida. Palabras que se usan a la hora de comer: Itadakimasu (Buen apetito); Gochisôsama (Gracias por la comida).

sushiEs normal tener en la mesa más de un plato, con el cual se puede desgustar todos ellos al mismo momento, diferencia del mundo occidental, que cada plato se sirve al haberse finalizado. Un aspecto a tener en cuenta es que no es posible cortar el sushi en trozos ya que se está destrozando la creación del cocinero. Además que no se puede poner mucha soja en el arroz, ya que no se podría apreciar su verdadero gusto entre plato y plato.

Se pueden cojer boldes pequeños con la mano, pero nunca los grandes. A la hora de comer sopa o arroz se tiene que hacer cojiendo el bolde con la mano izquierda, y en caso de comer arroz, además se tiene que acercarlo a la boca.Bento

Muchas veces se usan los llamados bentô (tipicos platos para llevar, con división de los alimentos por secciones. -foto izquierda-


Sabias que en Asia es de muy mala educacion señalar con tus pies a otra persona. Ten cuidado si cruzas las piernas de no señalar a la cara de nadie. El motivo es que en Asia los pies son una de las partes menos nobles del cuerpo humano.

Anuncios japoneses Itadakimasu! (¡"Buen provecho"!)

viernes, 16 de noviembre de 2007

Fiestas de Noviembre en Japon

Shichi-go-san

Un ritual para los niños

El día 15 de noviembre tiene lugar una de las festividades más importantes para los japoneses, el Shichi-Go-San, en el que se pide a los dioses sintoístas por la futura felicitad y bienestar de los niños.

Shimotsuki

Según el antiguo calendario japonés, el mes de noviembre recibía el nombre de shimotsuki, el mes de la escarcha, en referencia a que es en este mes, es cuando se producen las primeras heladas con la llevada del frio.

Otros nombres que recibe este mes son kagurazuki, el mes del kagura (un tipo de música y danza sintoísta), Chūtō, el mes central del invierno, y yukimachizuki, el mes que espera la nieve.

Shichi-go-san significa, literalmente, siete-cinco-tres, y hace referencia, a que en esta celebración participan los niños de tres y cinco años, y las niñas de tres y siete años ya que los japoneses consideran los números impares como más auspiciosos.

Los niños son llevados por sus padres a los Santuarios Sintoístas locales para dar gracias por haber crecido los niños sanos y fuertes y para rezar por su futuro

En esta celebración los niños visten por primera vez a la manera tradicional japonesa, con preciosos Kimonos para las niñas y chaquetas haori y pantalones hakama para los niños. Lo que convierte al Shichi-go-san en una festividad muy cara para los padres de los niños, porque la vestimenta tradicional japonesa de calidad resulta prohibitiva (suele estar echa con seda y bordados a mano).

No es de extrañar, por tanto, que en Japón ahora se puedan encontrar grandes almacenes que alquilan estas prendas por precios más asequibles que comprar todo el conjunto. Pero tampoco es raro encontrar hoy en día cada vez más niños vestidos con traje a la manera occidental.

Por otra parte, la oración del monje Sintoísta también tiene un coste para los padres, que, aunque en forma de propina o agradecimiento, como con muchas otras cosas, suele estar estrictamente regulado, y según la importancia del templo al que se acuda, la cantidad de dinero es mayor. "Aqui en España por hacer un simil de todo este ritual, seria como hacer la primera comunión."

Niños en quimono

Niños en kimono en el Santuario sintoísta donde se celebra la ceremonia.

Como suele ocurrir con casi todas las celebraciones actuales en Japón, y este caso no es una excepción, este evento empezó siendo un ritual realizado en exclusiva por las familias nobles durante el período Heian (794-1192), y posteriormente, también por las familias de Samuráis.

Entonces, esta celebración marcaba el momento en el que los chicos mayores de tres años podían dejarse crecer el pelo (debían llevar la cabeza afeitada hasta esa edad), mientras que a los chicos de cinco años se les permitía vestir los pantalones hakama por primera vez, y las niñas de siete años pasaban de cerrar sus Kimonos con dos simples cordones a cerrarlo con un obi.

Durante el Período Edo (1600-1868) esta práctica se popularizó entre el resto de la población. Que comenzó a asistir a templos Sintoístas para pedir por sus hijos.

Aunque fue durante la Era Meiji (1868-1912) cuando se desarrolló el Shichi-go-san tal como se conoce hoy en día. De hecho, la fecha de esta celebración, el 15 de noviembre, se escogió en esta época, porque se consideró que era el día más propicio de todo el año, según el antiguo calendario lunar japonés.

Sin embargo, esta celebración no es una fiesta nacional en el calendario japonés, por lo que muchas familias lo celebran en el fin de semana previo o posterior al 15 de noviembre.

Tras la visita preceptiva al Templo Sintoísta, los padres de los niños suelen comprarles unos caramelos especiales que simbolizan la longevidad, llamados chitoseame, el dulce de la longevidad. Aunque Chitose significa mil años, también se emplea para referirse a largos períodos de tiempo.

Este caramelo tiene forma de bastón y viene en bolsas que llevan dibujos de grullas y tortugas, que en Japón son símbolos de una larga vida. Tanto el dulce como la bolsa son manifestaciones del deseo de los padres de que sus hijos disfruten de una larga y próspera vida.

Bolsa del chitoseame

Bolsa donde se guarda el dulce de chitoseame con la garza y las tortugas, animales que simbolizan la longevidad.

Otras fiestas en noviembre

Aunque el Shichi-go-san es uno de los festivales más importantes de noviembre, este mes también tiene otros eventos importantes para los japoneses, que sí son fiesta nacional, como por ejemplo el Día de la Cultura o el Día de Acción de Gracias por el Trabajo.

El Día de la Cultura tiene lugar el día 3, y fue instaurado en 1948 para conmemorar la proclamación de la Constitución japonesa el día 3 de noviembre de 1946. En este día se pretende fomentar los ideales constitucionales, especialmente la paz y la libertad, a través de actividades culturales.

Este día marca también la entrega de la Orden del Mérito Cultural, o Bunka Kunsho en japonés. A todos aquellos que hayan contribuido de forma excepcional a campos como la ciencia o el arte. Estos premios los entrega el mismo Emperador.

La segunda fiesta, el Día de Acción de Gracias por el Trabajo, o Kinrō kansha no hi en japonés, se celebra el 23 de noviembre y tiene su origen en un antiguo Festival de la cosecha llamado Niiname. Como festividad moderna fue establecida también en 1948, con el objeto de mostrar respecto al trabajo bien realizado, y celebrar (fomentar) la abundancia en la producción.

sábado, 3 de noviembre de 2007

EL CINE AL ESTILO DE JAPON

EL CINE JAPONÉS:

El cine japonés es un mundo especial dentro del propio cine. Sus temas se alimentan de su historia épica y trágica, de su espiritualidad ancestral o de su realidad actual, con un punto de vista especial a veces muy distinto al de occidente. En este texto se hablan de las principales obra de la cinematografía nipona en la que sobresalen directores artistas como Akira Kurosawa, el más conocido en Occidente, y también otros grandes creadores como Nenji Mizoguchi, Yasujiro Ozu, Kon Ichikawa, Soei Imamura, Tadashi Imai, entre otros.

Imagen de Kagemusha ("La sombra del guerrero"), una de las grandes peliculas
épicas del cine de Akira Kurosawa.

INTRODUCCION:

En Japón, el cine se instaló pronto, y su aceptación fue creciendo hasta alcanzar niveles muy altos, superiores incluso a los de Occidente. Hacia los años veinte, este país, tenia una fuerte industria cinematográfica sólo comparable a la de Hollywood, a tal extremo que la producción de peliculas mudas, alcanzó entre las 800 y 900 anuales.

El cine nacional se alimentaba de los hábitos, costumbres y tradiciones de un país dos veces milenario y que tiene, además, una de los más ricas culturas del planeta: “la Grecia de Oriente”, como la llamara el gran historiador de arte Elie Faure. Al igual que en Francia o Inglaterra y en otros países de gran tradición teatral, el cine nipón se nutre también en las fuentes del drama NO y KABUKI, incluso los papeles femeninos no eran interpretados –como en aquéllos paises- por mujeres, debido a su reclusión social, sino por hombres, al igual que en la tragedia griega, en la que la mujer sólo tenía acceso al coro. Lo mismo ocurrió respecto a la música, la literatura y la plástica.

Los cineastas japoneses sacan la inspiración en los antiguos grabados de Utamaro, de Iroshigue y de Hokusai.

Un personaje importante del cine antiguamente y en el cine japonés hasta finales del mudo fue el “charlatán” o benshi”, encargado de comentar la trama de las peliculas durante la proyección. En occidente parecen haber tenido importancia sólo durante la etapa inicial del cine en la que todavía no se habían ideado las leyendas explicativas en texto. Pero en Japón su arraigo fue más duradero y, según algunos historiadores tuvo, mientras duró, el efecto negativo de alejar a los intelectuales del cine.

PRIMERAS PELICULAS:

En los años veinte el cine japonés, como en muchos otros países –Estados Unidos, Francia, Alemania, Rusia-, está en su apogeo, tanto como industria, comercio, arte o espectáculo. Destacan los nombres del cine japonés, de Uchida, Mizoguchi y Kinugasa.

TOMU UCHIDA, se inicia en 1927 con EL ZAPATO y realiza una adaptación revolucionaria de “El pájaro azul” de Maeterlinck. En los años treinta realiza, para el movimiento que algunos denominan “neorrealismo japonés” LA CIUDAD DESNUDA (1936) y LA TIERRA (1939). Cuando vuelve a Japón terminada la guerra de Corea, sigue realizando películas hasta la década de los sesenta, especializándose en el género histórico. Adapta, también, obras del teatro Kabuki, como LA ZORRA LOCA de 1962.

KENJI MIZOGUCHI Inicia en 1922, la que iba a ser una de las más largas y prolíferas carreras: -86 películas (según otros 100 o 150)-, para especializarse paulatinamente en el tema de la mujer en la historia de la sociedad japonesa: prostitutas, empleadas, trabajadoras, burguesas, aristócratas.

TEINOSUKE KINUGASA se inicia en el teatro y pasa al cine en papeles “femeninos”, desarrollando una extensa carrera que llega a los años sesenta. En 1928 se traslada a Europa y establece contacto con Eisenstein y Pudovkin.

Hacia finales del mudo comienza también YASUJIRO OZU, el más oriental de los grandes cineastas japoneses. También lo hace HEINOSUKE GOSHO por el 1925, que rueda la primera película sonora japonésa, AMA Y SEÑORA (1931). Otro cineasta destacado que se inicia en los años veinte –1923- es DAISUKE ITOH, con películas caracterizadas por su violencia; después de 1930 se especializa en las peliculas históricas de sable, llamados “Chambaras”. Filmó hasta los años 70, llegando a utilizar el color y el cinemascope. Se le atribuyen más de cien peliculas.

Durante la década de los 30, ya sonoro, va madurando el arte japonés del cine. Las obras de Mizoguchi, Ozu, Uchida, Kinugasa, Gosho y Mikio Naruse toman fuerte relieve y animan la llamada Escuela del Nuevo Realismo Japonés, cuya influencia alcanzó a la cinematografía china, en la que provocó un movimiento similar y paralelo. Pero la gran maduración estética del cine japonés estaba aún por llegar. Con el sonoro y con la desaparición de los “benshis”, una parte de los intelectuales se decidió a ir a ver las películas japonesas y varios escritores empezaron a colaborar en el cine.

Las grandes compañías se especializan según los géneros: la SHOCHIKU y NIKKATSU en cine histórico; la TOHO en cine moderno, rodando vodeviles y novelas rosas. Poco después, el militarismo en el poder, trató de imponer las películas “patrióticas” y de propaganda, acentuando la censura para una enorme producción entre 600 a 700 peliculas anuales. Otros dos realizadores se destacaron durante esa década, además de los nombrados, HIROSHI INAGAKI e HIROSHI SHIMIZU.

ESCENARIO HISTORICO:

El Japon de principios de siglo XX después de haber asimilado sus primeras conquistas –Corea y Taiwán-, permitidas por las potencias occidentales, el Imperio Japonés, vencedor de los rusos en 1905, decide que ha llegado el momento de ser ellos –y no ingleses o rusos-, los que tienen “derecho” a comerse a China, y en 1931 ocupan militarmente la Manchuria, a la que incorporan bajo el disfraz de “Estado independiente del Manchukuo”. Con esta anexión el imperio japonés se fortalecía extraordinariamente, dadas las riquezas mineras –hierro y carbón- y la producción cereales de un territorio mayor que el resto del imperio, cuya población total era ahora de 190.000.000 de habitantes, superior a la de los imperios ruso o norteamericano. En 1937 se lanza Japón abiertamente a la conquista de China, para alarma general de los imperios de Occidente, los de Francia y Gran Bretaña, pero más particularmente para el estadounidense que, con vistas al dominio de la cuenca del Pacífico, había ocupado las islas Hawai a mediados del siglo XIX, le había arrebatado las Filipinas a España a finales de ese mismo siglo, y había participado del reparto de China compartiendo el tercio sur con Francia.

En 1939 estalla la guerra en Europa y en 1941 Rusia y los Estados Unidos entran en la contienda, transformándose en una nueva guerra mundial. El militarismo japonés en el poder -como en todas las otras potencias- ejerció una estrecha vigilancia sobre el cine, ahogando así sus libertades.

Japón, aliado con Italia y Alemania –otras dos “potencias rezagadas”- se lanza a la guerra a fin de promover un nuevo reparto mundial de los países subyugados, que habrían de ser llamados del “tercer mundo”, o sea, toda Africa, toda América Latina, parte de la Europa subdesarrollada y toda Asia salvo Japón. En lugar de centrarse en la conquista ya iniciada de China y, eventualmente colaborar en la de las quince repúblicas soviéticas, para repartírselas con sus aliados, se lanza Japón a la conquista del Asia monzónica –Filipinas, Malasia, Indonesia, Indochina, Birmania-, deteniéndose a las puertas de la India Británica, a la espera de que sus aliados europeos se le unan, luego de derrotar a la Unión Soviética, y desalojar conjuntamente a los británicos del Indostán. Como el objetivo ruso no se cumple, Japón queda expuesto en un inmenso frente que va de Corea a la India y Australia, sin haber completado la conquista de la populosa China en la que los ejércitos de Mao Tse Tung y Chang Kai Chek, aliados ahora ante el enemigo común, hostigan al invasor.

Los norteamericanos, atacados en Pearl Harbour para que se mantengan alejados de Asia –no hay intento alguno de invadir los Estados Unidos-, descifran tempranamente el código “Flamenco” con el que se comunicaba la flota japonesa, a la que van aniquilando así –al conocer todos sus desplazamientos, planes de ataque, lugares de concentración, unidades comprometidas-, aproximándose al territorio metropolitano japonés, aprovechando la enorme dispersión de fuerzas de su enemigo. Los rusos, eliminados ya los alemanes –que se rinden en abril del 45-, refuerzan sus ejércitos siberianos y con ellos arrasan las monumentales defensas erigidas por los japoneses en Manchuria, avanzando por la península de Corea. Japón, acorralado, procura rendirse bajo algunas mínimas condiciones, pero sus interlocutores norteamericanos quieren la “rendición incondicional” y, sin razones valederas para tan tremenda monstruosidad, eligen dos ciudades de muy alta densidad de población y las volatilizan con sendas bombas atómicas. Es obvio que Japón estaba vencido y que, a lo sumo, hubiera bastado mostrarles el poder devastador de esa arma, en una zona desierta, para que se rindieran ya sin condición alguna. No obstante, como hubiera hecho cualquier otro estado fascista o imperial, arrojaron la bomba sobre Hiroshima y Nagasaki –sin preocuparse de las víctimas- para atemorizar a su aliado soviético, al cual iban rápidamente a cercar.

Pero, al finalizar la guerra, tras el holocausto de Hiroshima y Nagasaki, se da rápidamente un resurgir del cine como medio de expresión.

RESURGIMIENTO DEL CINE JAPONES DESPUES DEL CONFLICTO:

Los grandes talentos de Mizoguchi, Kinugasa y Ozu llegan a su plena maduración estética. Reynosuke Kinugasa nos brinda una obra maestra del melodrama japonés con LAS PUERTAS DEL INFIERNO (1953), maravilla de pelicula en color, ritual, como las mejores obras japonesas, con una secuencia inicial antológica, la “sugerencia” de un ataque de guerreros a un campamento, dando importancia a una suma de detalles, más que en el panorama general de la batalla.

Yasujiro Ozu (imagen abajo) lo lleva a expresarse con una suprema economía de medios, un rigor y una austeridad tal que algunos críticos han hablado de “olor del Zen”. Se inicia en las peliculas a finales del cine mudo, produce durante los años 30, combate en China y cae prisionero, prosigue su trabajo en la posguerra y logra sus obras más perfectas con EL TRIGO DE OTOÑO (1951), CUENTOS DE TOKIO (1953), FLORES DEL EQUINOCCIO (1958), TARDE DE OTOÑO.

Una obra rigurosa, de unos 30 peliculas, de dramas y comedias en ambientes de empleados y pequeños burgueses. La pelicula, “Tokio-Ga”, nos habla de ciertos hábitos de rodaje: una cámara baja a 50 centímetros de altura, un plano medio o figura entera, una orientación frontal y otras muchas constantes expresivas. Los temas de Ozu son, no más pero tampoco menos, que la vida cotidiana en las actuales ciudades japonesas donde, al menos por los años cuarenta y cincuenta, se seguía dando una transición entre el Japón tradicional y otro moderno. Los pequeños-grandes conflictos de la familia japonesa ante los problemas del mundo industrial moderno, es su tema constante y obsesivo.

FOTOGRAMA DE "TOKYO MONOGATARI", DE OZU

Kenji Mizoguchi es, para muchos, el más grande realizador japonés de todos los tiempos. Su obra, que abarca 40 años, es amplísima; se habla de 150 e incluso 200 películas, aunque últimamente se la reduzca a 86 títulos. En cualquier caso, se trata de una obra comparable por su magnitud a la de John Ford y desarrollada en un período similar. El tema recurrente en ella es la situación de la mujer en la historia de la sociedad japonesa. Está a la cabeza del movimiento del Nuevo Realismo en los 30 y realiza sus obras maestras al final de su carrera MUJERES EN LA NOCHE trata sobre las circunstancias que pueden llevar a una mujer japonesa a la prostitución.LA VIDA DE O,HARU desarrolla una situación cercana pero, en todo caso, de una mujer que debe tener un hijo con un dignatario y cederlo para que integre una familia de mayor rango social. Antológica es la escena en que se permite a la madre ver pasar a su hijo, en medio de un grupo de cortesanos, por los arriates de un jardín; puede mirar pero no hablar, pero cuando pasa su hijo ella lo sigue, una y otra vez escapa de los que tratan, pero no se atreven, a retenerla. El juego virtuoso de planos y montaje, hacen de ella una secuencia ejemplar.

En LOS 47 RONIS, ese famoso episodio de la historia japonesa, en que los cortesanos de un señor feudal, traicionado y ejecutado, deciden vengarse del ofensor y luego suicidarse en masa como protesta, las formas rituales del arte japonés alcanzan niveles de alto virtuosismo. Su primer film en color, LA EMPERATRIZ YANGKWEI FEI (1955) –si bien ambientada en China-, aborda el tema de la mujer en los más altos niveles sociales, a los que, sin embargo, llegan los prejuicios de las sociedades patriarcales. Premiada en los festivales internacionales y, por lo tanto, mejor distribuida, fue su UGEPSU MONOGATARI, que tiene el subtítulo más poético de la historia del cine: “Cuentos de la vaga luna después de la lluvia”. La película, basada en una antigua pieza literaria, está construida como una parábola. Cuenta la historia de dos campesinos que se alejan de sus hogares para hacer fortuna y ambos regresan escarmentados. Uno de ellos quiere ser guerrero y lo intenta por esos ámbitos, mientras en su propia comarca y su propia casa, otros guerreros humillan a su familia y él mismo, inexperto, resulta apaleado. El otro lo intenta, guiado por su espíritu romántico, en inquietantes ámbitos sobrenaturales. En este último eje narrativo, el más notable, el arte de Mizoguchi alcanza cimas estéticas inefables, como en la secuencia de las barcas en un lago cubierto de niebla, pieza maestra de la cineplástica.

Los 47 Ronis, obra de Kenji Mizoguchi, inspirada en unos de los hechos más conocidos de la historia samurai.

De la obra de Keisuké Kinoshita, nada ha llegado a nuestro país. Sabemos de su especialidad en la “comedia blanca”. Se dice que abordó diversos géneros, desde el Nuevo Realismo hasta la ópera legendaria. Se le atribuye haber declarado: “Cada nuevo film es para mí un intento de hacer algo que nunca he hecho. No soy como esos realizadores que dicen: Wyler nos ha mostrado el camino, sigámosle. Si alguien ha logrado algo, entonces a mi ya no me interesa”. Rodó la primer pelicula en color de Japón, LA VUELTA DE CARMEN (1949).

De los años de la posguerra nos llegó una pelicula trágica y notable, que reconstruía el holocausto nuclear, HIROSHIMA (1953) de Hideo Sekigawa, un documental reconstruido del horror vivido por Japón, con la participación de la población superviviente.

En otro tono, algo exotico, Hiroshi Inagaki, veterano realizador que comenzara su carrera a finales del cine mudo, especialista en temas históricos, nos hizo dos hermosas películas de cine en color, ambas interpretadas por el que iba a ser una figura internacional: Toshiro Mifune. EL HOMBRE DEL RISHAW representa la vida cotidiana de un conductor de rishaw, esos vehículos típicos de las ciudades orientales, tirado a mano por un hombre que presta su tracción a sangre. La película es bastante melodramática, pero muy bella de formas y refleja ceremonias y tradiciones japonesas, como la fiesta del Gion. La otra película de Inagaki nos introduce por épocas del Japón legendario, se titula LOS TRES TESOROS y es un hermosa película de tono fantástico, realzado –al igual que el anterior- por la fuerza interpretativa de Toshiro Mifune.

En Occidente, es muy habitual, que debamos juzgar la obra de un director japonés por un sola pelicula. Así, Tadashi Imai nos deslumbró con su LA TORRE CONMEMORATIVA DEL EJERCITO DEL LIRIO, película que se basa en un episodio auténtico de la Segunda Guerra Mundial, el desembarco norteamericano en la isla de Okinawa, la mayor del archipiélago de las Riu-Kiu, donde los norteamericanos se encontraron con alumnas adolescentes en excursión y las exterminaron.

Kaneto Shindo nos habla de las excelencias de LOS HIJOS DE HIROSHIMA (1953), una de las primeras obras de Shindo de más que significativo título. Aquí se conocieron otras tres obras, la más destacada de ellas fue la inefable LA ISLA DESNUDA (1961), pelicula autobiográfica, en el cual nos describe la vida cotidiana de sus padres, afincados en un islote rocoso del Mar del Este/Mar del Japón, que no tenía de agua dulce. Así, la pareja protagonista dedicada a las tareas agrícolas, debía acarrear incontables barriles con agua de tierras vecinas. Shindo quiso que en su película no se pronunciara una sola palabra, sólo ruidos y música en la banda sonora. La imagen potenciada de la sacrificada existencia de la pareja y de sus hijos. En montaje alterno vemos a la madre trayendo en un bote los barriles con agua y al padre volcándola sobre una tierra insaciable de sed, en un proceso ritualizado por la cámara, que recuerda al de Sísifo y su roca. El lirismo de Shindo remata en la muerte de uno de los niños, en que la isla entera – tomada a contraluz- se “enluta” en señal de duelo. De Shindo llegó también, años después, EL AGUJERO (1964), película cuyo mayor mérito es la originalidad de su argumento y la ambientación en pozos cavados en la tierra, como en una edad prehistórica, con una pareja de mujeres protagonistas y un ausente, el codiciado varón. La tercera pelicula estaba ambientada en el Japón moderno, de hacinamiento y de drogas.

De Iroshi Teshigahara, hombre de gran talento, que dirige desde 1960, nos llegó una sola obra, pero ejemplar. Se trata de LA MUJER DE ARENA (1963), un singular relato, lleno de implicaciones simbólicas. Un entomólogo vaga por los arenales de una costa marítima en busca de insectos raros, con la secreta esperanza de hallar una especie desconocida, y llegar así a figurar con su nombre en las enciclopedias. Esa es su razón para vivir.

Pero, en lugar de encontrar ese insecto descubre un extraño poblado de hombres que habitan en las arenas. No en la superficie, azotada por el viento y agobiada por el calor, sino en pozos, grandes excavaciones en donde edifican –aisladamente-, sus casas de madera, rodeadas de un estrecho espacio vacío. Los aldeanos le dan hospitalidad... y le tienden una trampa.

Son pocos y no pueden darse el lujo de tener mujeres sin pareja. Por lo tanto, lo alojan a la hora de la siesta, en casa de una joven viuda. Al despertar queda extasiado y sorprendido: la mujer duerme absolutamente desnuda y la arena, que remueve el viento y arroja sobre el tejado, se filtra por los resquicios y cae, adhiriéndose a la piel transpirada de la mujer, que adquiere así el extraño aspecto de una viva escultura de arena. Al avanzar la noche, nuevamente dormido, es despertado por un rumor de trabajo: la mujer se ha levantado y se dedica a una insólita tarea digna de Sísifo. Debe palear la arena caída durante el día y cargarla en cubos –que los aldeanos le bajan desde el exterior-, para impedir que la casa sea sepultada. Por la mañana, el entomólogo, se da cuenta de que está atrapado allí y que no tiene forma de escapar. Pero la prisión es compartida: la mujer le explica que su situación es de pareja obligada de ella. El hombre se enfurece, trata de huir. Pero, ante su impotencia, con el correr de los días, el placer carnal y la compañía de la mujer, se va resignando. Busca, entonces, con qué entretenerse y una casualidad lo pone sobre la pista de cómo extraer agua de la humedad de las arenas. A esta altura del relato, comenzamos a sospechar que este extraño esquema empieza a parecerse demasiado al proceso de adaptación de cualquier hombre a los imperativos de la vida. Y cuando el nacimiento de su hijo hace que se lleven a la mujer para el parto, los aldeanos dejan intencionalmente la escala puesta, obviamente para que opte... y ya no puede irse. Bastarán una radio y sus pequeñas investigaciones para ocupar sus días. ¡Qué contraste entre la trivial vanidad de figurar en una enciclopedia y la tremenda carnalidad de una mujer, y el instinto paternal desatado por un hijo! “Idealizar la vida es rebajarla”, decía Joseph Conrad.

Otro de los buenos realizadores japoneses es, sin dudas, Masaki Kobayashi, del cual se han visto, por lo menos, 7 peliculas. ¡Todo un record para un director japonés!. La primera cronológicamente es LA CONDICION HUMANA, realizada entre 1959 y 1961. En realidad se trata de un tríptico: “No hay amor más grande”, “El camino hacia la eternidad” y “La plegaria del soldado”, tres películas que en su conjunto son más de 8 horas de proyección. Un enorme fresco sobre la guerra más grande de la historia. El personaje central está interpretado por uno de los grandes actores japoneses, Tatsuya Nakadai, que es un ingeniero enviado a Manchuria, durante la ocupación, enfrentándose con los militares, profesionales de la guerra empeñados en obtener el máximo rendimiento de la población china, para los fines de los intereses del Imperio del Sol Naciente. Y deben recurrir “inevitablemente” a la crueldad, para lograr su objetivo. Finalmente, nuestro antihéroe, va a parar –castigado- a las enormes defensas japonesas en el norte de Manchuria, en el momento en que los rusos, vencidos ya los alemanes, se aprestan a arrasarlas. Vemos a los soldados eslavos ametrallando los agujeros desde donde se escuchan los alaridos de dolor de los heridos: la lógica de la guerra –los soviéticos habían perdido veinte millones de hombres-, “impide” tener piedad con el enemigo. Monumental película sobre los “desastres de la guerra”.

Stalin mantuvo, en todo el transcurso de la guerra con Alemania, a pesar de los momentos críticos de esa lucha, un ejército de un millón de hombres en el extremo oriental de Siberia, en prevención de un ataque japonés aliado de Alemania. Pero ese ataque no se produjo ya que los nipones priorizaron la conquista de China y del sur de Asia, lo que evitó así una posible unión con los ejércitos del Eje a través de la extensa Siberia.

En años sucesivos Kobayashi realiza dos películas extensas, épicas y rituales, ambientadas en el pasado: HARAKIRI (1963) y REBELIÓN (1966). La primera, más trabajada y ritual, rinde menos al espectáculo. La segunda, con Mifune como protagonista, es un film atractivo pero algo exagerado, a la manera de un western. El escritor inglés, de origen polaco, afincado durante muchos años en Japón, Lafcadio Hearn, abordó en su obra literaria costumbres y leyendas del antiguo Japón, y Kobayashi decidió adaptar sus cuentos orientales llamados “Kwaidan” (El más allá), hermoso film en episodios y color.

Pero la película del estilo del realizador es LA TABERNA DEL INFIERNO (“Pavana para un hombre acabado”) (1968), con un magnífico protagonista Tatsuya Nakadai. La lucha de un marginal contra la indignidad de los que tienen el poder, contra una sociedad organizada, con sus funcionarios siempre corruptos y sus fuerzas represivas para imponer la injusticia

Por los años 70 surgió una nueva personalidad del cine nipón: Kon Ichikawa. EL ARPA BIRMANA (1956) tuvo gran resonancia por tratar el tema de la Segunda Guerra Mundial desde el bando japonés y, además, desde un punto de vista auténticamente religioso y místico, un manifiesto antibélico budista, en el que un soldado japonés en Birmania, ante las innumerables masacres de la guerra, decide ocuparse de incinerar las montañas de cadáveres diseminados por los campos de batalla.

La siguiente película estrenada de Ichikawa, PASIÓN EXTRAÑA (1959), no tiene curiosamente conexión alguna con el anterior. En primer lugar filma en color, logrando una plástica de excepción –en tonos mate-, y en segundo lugar trata, en un tono cínico, el drama intimista de una familia a la que, un joven médico –interpretado por Nakadai-, encontrándose con un hombre mayor que no se resigna a la pérdida de su potencial erótico, hace que su mujer –más joven- pose desnuda, haciéndole llegar las fotos al joven novio de la hija. El planteamiento estilístico es notable y con la metáfora del acople de los vagones ferroviarios, sirviendo de tema al del joven médico con la hija del matrimonio y, sobre todo la secuencia final, cuando el hombre enfermo por un ataque, pide por señas a su mujer que se desnude una vez más ante él, a lo que la mujer accede, no tanto para complacerlo sino para acabar con el, en un acto de refinada crueldad. Una cámara subjetiva va ascendiendo por las piernas desnudas de la mujer y –por sobreimpresión- pasamos a la imagen de un desierto de extrema aridez.

Imagen del Arpa birmana, obra de Kon Ichikawa.


Otro director, veterano –se inicia en 1958-, de merecido prestigio es Soei Imamura, del que se ha podido ver una retrospectiva en el año dos mil. Realizador de gran talento, se había visto ya de él LA BALADA DE NARAYAMA, merecedora de premios internacionales. Película con un destacable trabajo en color, ambientada en la norteña isla de Hokaido de clima riguroso, en la que Imamura describe la dura vida de los aldeanos en lucha con la inclemente naturaleza, la madre educadora. Película cruda, con escenas de zoofilia y otras de gran crueldad, como esa costumbre aldeana de llevar a los ancianos a la montaña nevada de Narayama, para despeñarlos cuando ya son inútiles. Costumbre aceptada, incluso, por las mismas víctimas. La tremenda visión del realizador sobre la condición humana, está simbolizada en la potente imagen de un ave rapaz acechando a su presa, en un crepúsculo de sangre.

Imagen de La balada de Narayama, obra mencionada del director Soei Imamura.

De la producción más actual de Imamura, en la década de los 90, hemos podido ver dos films: LA ANGUILA y DR HIGADO. La primera se inicia como tragedia, en la que un hombre engañado por su esposa la sorprende y la mata, para luego, tras la excarcelación del personaje, pasar a un registro de comedia. DR HIGADO es la biografía de un médico investigador, que debe actuar durante el militarismo de guerra y enfrentarse con la incomprensión y la intransigencia.

Hacia los años 70 surgieron en Japón, como en Occidente, movimientos renovadores. de Nagisa Oshima que, tras dirigir varias películas cuestionadas, realiza una doble película en dos partes. La primera original y notable, de muy fuerte contenido erótico. EL IMPERIO DE LAS PASIONES es la mejor de las dos, por su plástica del color, por su creatividad de imágenes y por su planteamiento dramático. Una mujer casada con un sacrificado conductor de rishaw, sufre por insatisfacción amorosa y se ve tentada por la presencia de un hombre joven, un militar que a vuelto de la guerra y vaga por la aldea, sin ocupación y con deseo de una mujer. La pasión se desata con violencia entre los dos y poco después el esposo engañado estorba a la plenitud carnal de los amantes, que deciden eliminarlo. Lo estrangulan entre los dos con una cuerda –“sin odiarlo”- y arrojan su cadáver en uno de los muchos pozos excavados en el bosque para la búsqueda de agua y ahora abandonados. La sociedad impone el casamiento de la mujer e impide su separación, por lo tanto el asesinato o la renuncia son las únicas salidas que le ofrecen. El crimen se interpone entre los amantes y, descubiertos, son condenados a morir apaleados. El realizador demuestra con claridad, cómo los condicionamientos sociales determinan las acciones de los seres humanos, más allá de ridículas idealizaciones.

La segunda película, EL IMPERIO DE LOS SENTIDOS, es una cinta totalmente atípica. Su distribución fue problemática, ya que se trata de un tema extraído de la crónica de un hecho real, pero cuyo planteamiento de sexo explícito cae en el campo del cine porno-erotico. Se desarrolla el film en ámbitos cerrados, en los que un hombre y una mujer van avanzando en el ceremonial erótico hasta niveles transgresores, en los que el sufrimiento se utiliza para aumentar el placer. Van pasando así de una esfera a otra. Ella le pide que le apriete el cuello en el momento del orgasmo, pero él no puede avanzar por ese camino. Ella, más decidida, lo reemplaza y con el consentimiento del hombre, sobrepasa el límite en que el placer se confunde con la muerte. Luego, enajenada, le corta los órganos genitales y los guarda en el suyo. Una atmósfera densa, enfermiza, que llama a secretos trasfondos psicológicos, en donde se sienten inquietantes resonancias. Esto sucedió, por lo tanto hay que incluirlo en el campo de lo humano.

Kichi a Abe Sada en una escena
de El imperio de los sentidos

Ambitos de densidad y erotismo profundos aborda también IREZUMI (“La mujer tatuada”). Una mujer joven, cuyo amante desea vehementemente que ella se tatúe su cuerpo, como se aprecia en los viejos grabados, busca en la tradicionalista ciudad de Kiotola antigua capital-, a un veterano maestro que conoce los secretos de ese arte. A pesar de estar retirado desde hace tiempo, ante los ruegos de la mujer, el viejo maestro consiente en realizar el tatuaje. Pero a la vieja usanza, un método de trabajo que incluye, para paliar el dolor, un ingrediente erótico, al que la mujer se somete. Y, ese clima de dolor y placer ritualizados, llega al espectador como una emanación morbosa, de potente sensualidad. Pero, a su vez, como algo intensamente humano, porque en esos límites, entre el dolor y el placer, se desarrolla nuestra existencia.

Otra película japonesa interesante, exhibida en los años 70, fue CASTILLO DE ARENA. Se presentaba, en principio, como una cinta policial en torno a un crimen. Un grupo de investigadores tratan de esclarecer el asesinato de una mujer. Tras diversos problemas se reúne el equipo investigador, en torno a una mesa, y se vuelcan las pruebas que han llevado hasta el culpable: un director de orquesta. Estamos en la mitad de la película y, aparentemente no hay más nada que decir. Falta solamente la palabra "Fin". Pero es aquí cuando la película toma otro rumbo, para saber qué ha llevado al culpable a esa situación criminal, y la obra se transforma de un superficial cinta del género policiaco, en un drama. Rastreado los móviles –reflejados en la composición musical de la que el hombre es autor-, la película parece concluir una vez más. Pero no es así. Falta un epílogo que nos remonta a los inicios de la vida de ese hombre, al inicio de su inconsciente, al paraíso perdido de su infancia, y la realización alcanza entonces un giro inesperado.

La extensa obra bastante conocida en Occidente de Akira Kurosawa, el director japonés de mayor prestigio internacional. Nacido en 1910, se aproxima a la carrera militar, pero fue el Arte el que finalmente le convenció, la pintura fue su primera pasión. En 1930, con sólo veinte años, se apunta en una asociación de “Artistas proletarios” de orientación izquierdista. Durante esa década comienza a trabajar en los estudios cinematográficos para ganarse la vida. Hace distintas tareas, mientras se va afianzando como guionista y asistente de dirección. Al comenzar los 40 ya ha adquirido una valiosa experiencia, que lo lleva a asumir la máxima responsabilidad. Dirige un díptico durante los años de guerra, LA ACADEMIA DE YUDO, y un film de colaboración al esfuerzo bélico de su país, LO MÁS BELLO, ambientada en una fábrica - en la que trabajan mujeres en ausencia de los hombres-, donde establece su primer contacto con el actor Takashi Shimura. Adapta una obra del repertorio clásico japonés, LOS QUE CAMINAN SOBRE LA COLA DEL TIGRE, en cuyo reparto figura Masayuki Mori, además de Shimura. En las tres películas realizadas entre 1946 y 1947, se afirma Kurosawa el cineasta, para realizar a continuación otros tres de muy buen nivel dramático: EL ANGEL EBRIO, EL DUELO SILENCIOSO y PERRO RABIOSO, los tres como protagonista al maduro Takashi Shimura y un joven Toshiro Mifune. En estas películas se pone de manifiesto el sentido moral, humanístico, que caracterizar la obra de Kurosawa, a la vez que adquiere importancia la potencia de su encuadre y la solvencia del montaje, del que se hace directamente cargo.

1950 es un año clave, no sólo para la obra de Kurosawa sino también para el cine japonés, bastante desconocido en Occidente. En ese aspecto, gracias a la labor de acercamiento con el cine oriental, de los Festivales internacionales de Venecia y Cannes. Al recibir el León de Oro en Venecia, RASHOMON abrió las puertas de Occidente para el cine japonés a niveles de Arte, no de comercio.

La estructura narrativa de RASHOMON es del tipo que en Occidente solemos llamar “pirandelliana” y la música tenía parecidos con el “Bolero” de Ravel. No obstante, las virtudes del encuadre, especialmente su potencia, y la solvencia del montaje, para un relato fluido, lleno de sugerencias, nos hablan de un director del que se puede esperar una obra maestra suponiendo que, debido a cierto aspecto retórico, RASHOMON no lo sea.

VIVIR (1952) es una película especial, de una fuerza y un vigor narrativo inusual. Se corto el relato en mitad del metraje para prolongarlo, muerto el protagonista. El remate lírico termina de perfilar a un creador de dimensión internacional. Aunque es una película de un ambiente agobiante y denso.

Ese perfil se afirma definitivamente en LOS SIETE SAMURAIS (1955), obra épica monumental, que trata el relato central con narraciones en forma de parábolas orientales, en las que Kurosawa trabaja con un gran equipo de actores, entre los que se destaca la personalidad de Toshiro Mifune, pero el que aún debe rendirse a la maestría de Takashi Shimura.

Escena de Los 7 samurais

CRÓNICA DE UN SER VIVO (1956), es una película que no tuvo mucha distribución; podría preguntarse si fue en razón de su tema, las reacciones de un anciano japonés ante la contaminación de las aguas del Pacífico, por las experiencias atómicas norteamericanas en la Isla Vikini, con las primeras Bombas de Hidrógeno.

Al año siguiente, 1957, decide trasladar el “Macbeth” de Shakespeare a la larga epoca medieval japonesa y realiza TRONO DE SANGRE (o “El castillo de la araña”), con Toshiro Mifune, ya plenamente identificado con el realizador, en su noveno trabajo en común.

Se trata de una de las obras formalmente más creativas de Kurosawa, una de las mejores adaptaciones del dramaturgo inglés y, a la vez, tan oriental que motivó la afirmación de Orson Welles de que Kurosawa, aunque adaptara a Shakespeare, hacía siempre cine japonés.

No fue tan acertada su adaptación de LOS BAJOS FONDOS de Máximo Gorki pero, a pesar de esto, no desmerece la comparación con la realizada por Jean Renoir en 1936.

Más brillo estilístico tuvo LA FORTALEZA ESCONDIDA (1959) siendo, sin embargo, más superficial. Con LOS MALVADOS DUERMEN BIEN (1960), que trata sobre temas críticos de gran trascendencia social –la corrupción política-, ocurre que, al menos en la versión distribuida, tiene ciertas deficiencias estructurales que disminuyen su impacto estético.

Superficiales son sus tres films siguientes. Los dos primeros, YOJIMBO y SANJURO, son algo parecido a westerns orientales, buenos estilísticamente, pero productos sin profundidad que contaron, eso sí, con la interpretación de Toshiro Mifune y Tatsuya Nakadai. El tercero es un buen film policial, incluso con un buen tema, pero no explotado en todas sus posibilidades.

Mucha más envergadura tiene su BARBARROJA (“Bondad humana", 1965), sobre el tema, esencial a la obra de Kurosawa, de una épica de la bondad, tan típica del realizador que seguramente, haría suyo aquello de: “Demasiado blando para ser bueno”. A pesar de sus innegables valores podría decirse que, por momentos, va demasiado a los sentimientos del espectador, aproximándose al melodrama. Hasta aquí, la carrera regular de Kurosawa en el campo de las grandes productoras japonesas. Pero, su vena artística lo lleva a no conceder más a las imposiciones comerciales y tarda varios años en organizar una productora independiente, para la que realiza un sola pelicula, EL LOCO DEL TREN, una hermosa y significativa pelicula, un rosario de cuentos llenos de enseñanzas morales y reflexiones sobre la vida social y la “evolución” histórica de su pais.

La quiebra de su productora –una cooperativa-, y un intento de suicidio, lo alejan del cine durante unos años. En 1975 recibe una inesperada propuesta de la Unión Soviética, para plasmar en imágenes los relatos de un capitán topógrafo del ejército zarista que, a comienzos del siglo XX, se relaciona con un habitante de los bosques, el cual ha desarrollado una ética de conducta, de respeto a los hombres y la naturaleza, superior a la de los hombres que se autodenominan “civilizados”. DERZU UZALA, al que la industria de Hollywood concede un Oscar . Tras otro años sin filmar, recibe otra oferta (seis millones de dólares), un homenaje seguramente más sincero de otros cineastas –Coppola, Lukas- que no de Hollywood, con los cuales realiza una nueva obra maestra: KAGEMUSHA ("La Sombra del Guerrero"), ambientada en una etapa del medioevo japonés –correspondiente al Renacimiento en Occidente-, en que la lucha de clanes va llevando a la unificación del país bajo un solo estado, y en que las potencias europeas comienzan incursiones por el lejano Oriente, a traficar con sus armas de fuego y hacer conocer sus exóticas religiones. Un panorama de la tragedia de la historia, mechado con escenas picarescas al estilo Shakespeare. La pelicula obtiene la Palma de Oro en el Festival de Cannes.


Escena de kagemusha

Con ese triunfo, consigue llevar adelante un viejo proyecto RAN, la adaptación de “El rey Lear” de Shakespeare. Obtiene un presupuesto de diez millones de dólares de un productor francés. Con lo que en Hollywood producen un film de bajo presupuesto, él hace una obra monumental, reconstruye una época. La expresión de su plástica alcanza aquí las más altas cotas de belleza, una de las cimas del cine en color y Kurosawa se convierte como el más grande pintor de batallas en la historia del cine, logrando a su vez, el realismo en imagen insólitamente agresivas, de cuyos sombríos ejércitos hay un zumbido de insectos, un rumor de enjambres, cuyos instintos no conocen de la piedad. Un ser ciego, cuyos instintos superan toda racionalidad, tanteando el borde de un abismo.

Las tendencia se hacen más explícitas en SUEÑOS (1990), de relatos por Kurosawa que van, de los clásicos cuentos, respecto a los castigos a que se hace por la curiosidad excesiva, a los que no respetan a la naturaleza, sobre la necesidad del esfuerzo contra todo desaliento. Para pasar inmediatamente de los “perros de la guerra” a los demonios desatados por la fusión del átomo. Cerrando su película con una reivindicación de una vida más natural, más acorde con las necesidades reales del hombre, que nada tienen que ver con esta loca e irresponsable sociedad de consumo, que está “globalizando” el planeta, empobreciéndolo y volviéndolo inhabitable.

Con más de 80 años y con su humanismo haría aún Kurosawa dos películas más: RAPSODIA EN AGOSTO y MADADAYO. Nuevos intentos de poner las cosas en su lugar, en cuanto a los verdaderos valores, que hagan de la vida humana algo digno y una llamada a la memoria de los desastres provocados por la ceguera voluntaria de un mundo que ha “resuelto” sus problemas con dos guerras mundiales; que persiste en resolver todo por la fuerza y que pretende ignorar a ese símbolo, que constituyen los dos mil niños de una escuela de Nagasaki volatilizados por la bomba.

Lo que RAPSODIA EN AGOSTO lo da por lo negativo –la desmemoria voluntaria-, MADADAYO lo da por lo positivo, afirmando los valores de la honradez intelectual, del agradecimiento. Cuentan que cuando Kurosawa visitó a Federico Fellini en Italia, éste hizo que le tradujeran la palabra “maestro” como saludo. Y, Kurosawa, imbuido de la nobleza del término en la tradición de su país, le devolvió el cumplido, tan merecido en un caso como en otro de dos grandes maestros del cine.

jueves, 27 de septiembre de 2007

Literatura Japonesa

Introduccion:
La literatura japonesa abarca más de dos mil años. En sus primeros años la influencia de la literatura china era palpable, pero rápidamente el Japón logró encontrar un estilo propio y de calidad. Cuando el Japón, en el siglo XIX, abrió nuevamente sus fronteras al mundo, la literatura local fue influida fuertemente por la literatura occidental,

Nihonshoki

Páginas del Nihonshoki.
Páginas del Nihonshoki.

Nihonshoki (日本書紀) es el segundo libro más antiguo sobre la historia de Japón. Describe desde el periodo de dioses hasta el tiempo de la emperatriz Jito en 697. Hay un explicación que supone que el título original fue Nihongi. Se completaron 30 volúmenes (existe) y 1 genealogía (no existe) en 720. Los compiladores son el príncipe Toneri (Toneri Shinnō), Ki no Kiyohito, Miyake no Fujimaro, Ō no Yasumaro y otros desconocidos.

Se sabe que los mitos oficiales de Shoki son menos interesantes que el Kojiki, el otro libro antiguo de Japón.Hay fuerte duda a la existencia de los primeros emperadores en Shoki. Los historiadores de hoy consideran las ocho generaciones desde la segunda hasta la novena en orden de emperadores como invención por los compiladores de Shoki. La existencia del primer emperador Jinmu está bajo sospecha. El emperador Sujin se considera como el primer rey real.
fuente del texto de la introduccion literaria de wikipedia.

Escritores Japoneses Importantes:

Yasunari Kawabata (1899-1972)
El escritor japonés Kawabata Yasunari, se destacó en el siglo XX por la delicadeza y el refinado lirismo de sus obras.
Kawabata nació en Osaka el 11 de junio de 1899. La soledad en que pasó su infancia tras la muerte de sus seres más queridos marcó profundamente su personalidad. Huérfano a los 3 años, insomne perpetuo, cineasta en su juventud, lector asiduo clasicos, fue un solitario.
Tras finalizar sus estudios en 1924 fundó Bungei Jidai (La Edad Artística). Fue precisamente en esa revista donde apareció, en 1926, "Izu no odoriko" ("La danzarina de Izu"), relato lleno de imágenes líricas y sugerentes, en el que se apreciaban influencias de las escrituras budistas y de los poetas medievales japoneses, que para el autor constituían "la más elevada literatura del mundo".
La soledad, la angustia ante la muerte, la búsqueda de la belleza y la atracción por la psicología femenina, expresado todo ello en un estilo simbólico y lírico, fueron temas centrales en torno a los cuales giraron Yukiguni (1948; País de nieve), Yama no oto (1949-1954; El clamor de la montaña) y Nemureru bijo (1961; Bellas adormecidas), obras de plenitud artística que lo hicieron merecedor, en 1968, del Premio Nobel de literatura.
Kawabata Yasunari se suicidó en Zushi el 16 de abril de 1972. Su obra, que él mismo definió como un intento de hallar la armonía entre el hombre, la naturaleza y el vacío, permanece entre las más altas de la narrativa del siglo XX.

El Sonido de la Montaña
Por Yasunari Kawabata
280 págs.
(Emecé)

El Sonido de la Montaña
"El sonido se interrumpió y, de repente, tuvo miedo. Quería interrogarse, con calma y determinación, si había sido el sonido del viento, el rumor del mar o un zumbido dentro de sus oídos. Pero había sido otra cosa, de eso estaba seguro. La montaña." Ogata Shingo ha comenzado a perder la memoria. Por las noches, desde la cama, oye el rumor lejano de la montaña, un sonido que él asocia a la muerte. En medio de eso, están los afectos que constituyen la base de su existencia: su cansada mujer, el hijo diletante y la nuera, que inspira en el anciano compasión y deseo sexual. El sonido de la montaña logra plasmar con acuciante belleza, como pocas novelas lo han hecho, el drama del paso del tiempo. En su retrato de un viejo hombre de negocios de Tokio, Yasunari Kawabata desentraña las limitaciones graduales que la edad impone a la vida, y los repentinos raptos de pasión y entusiasmo que, de vez en cuando, la iluminan. La constelación aparentemente fija de las relaciones familiares, el encanto de la naturaleza, el amor y la pasión son algunos elementos de esta novela hipnótica, que provoca una fascinación inusitada, a la vez que inquieta profundamente.
La Bailarina de Izu
Yasunari Kawabata
224 págs.
(Emecé)
La Bailarina de Izu
El rasgo más bello de la bailarina eran sus resplandecientes y enormes ojos oscuros.
La doble curva de los párpados era inexpresablemente encantadora. Después venía la sonrisa semejante a una flor. En su caso, la palabra "flor" era absolutamente apropiada.
Ni cuentos ni testimonios personales, las historias de la La bailarina de Izu constituyen una autobiografía velada de los atribulados años de juventud de Yasunari Kawabata. Signado por la pérdida de los parientes más cercanos, las ceremonias del duelo y el fantasma de la memoria, el autor logra, con su estilo elegante y al mismo tiempo perturbador, componer escenas inolvidables a partir de los recuerdos dolorosos.
Los escritos tempranos del Premio Nobel de Literatura 1968 van acompañados, en esta edición, por varias "historias en la palma de la mano" que no había sido publicadas anteriormente. Estampas urbanas del Japón previo a la Segunda Guerra Mundial, nuevas versiones de motivos folclóricos orientales, percepciones intensamente vívidas, fábulas modernas y poco morales sobre el amor, el deseo y la sexualidad completan esta obra del "maestro de la desilusión" de la literatura del siglo XX.


Historia en la palma de la mano
Yasunari Kawabata
296 págs.
(Emecé)

Historia en la palma de la mano
Premio Nobel de Literatura en 1968, Yasunari Kawabata es ampliamente conocido en Hispanoamérica por sus novelas incisivas, maravillosamente líricas y profundas.
Pero según él mismo, la esencia de su arte debe ser buscada en la serie de historias cortas a las que llamó "historias en la palma de la mano" escrita a lo largo de su vida. Comenzó a experimentar con las formas breves en 1923 y retornó a ellas cada tanto. De hecho, el último de sus trabajos fue una reducción a la medida de la palma de la mano de una de sus obras mayores, País de nieve, escrita poco antes de su suicidio en 1972.
Como soñadas, intensamente atmosféricas, por momentos autobiográficas y otras veces fantásticas, estas historias reflejan el concentrado interés del autor japonés por la miniatura, el fragmento de argumentos reducidos a lo esencial y la escritura relámpago. En Historias en la palma de la mano conviven la soledad, el amor, el paso del tiempo, los rituales y la muerte. Este conjunto de relatos captura el rango inigualable y la complejidad de uno de los más grandes talentos literarios del siglo xx.
Como escribir una carta en japones:
Preámbulo Una carta comienza con el preámbulo, que consistirá en tres elementos: (1) Salutación inicial (2) Saludo de la temporada (3) Mostrar interés por la situación o salud del destinatario La Salutación inicial suele ser una palabra de dos ideogramas chinos, que más que “palabra”, mejor podría llamarse simplemente “signo” o algo así, que no hace otra cosa que marcar el comienzo de una carta y a la vez indicar el tipo de correspondencia (carta normal / respuesta a alguna otra carta en particular / carta para insistir en algún tema ya tocado) y el grado de respeto hacia el destinatario (normal / con mucho respeto), siendo el más común el Haikei, que puse en kanji en mi modelo. Luego de la Salutación inicial, se menciona algo sobre la temporada, clima, etc., tipo “en estos ajetreados días de diciembre con tantas cosas que hacer…”. Este Saludo de la temporada no es opcional; es un elemento obligatorio en las cartas en japonés. Para mostrar interés por el destinatario, no habría mayor complicación. Puede ser un simple “¿Cómo le va?” o recurrir a algunas expresiones casi establecidas como “les expreso mi felicitación de que todos ustedes estén bien de salud”, o lo que sea. Quizá sea algo natural, pero el hecho es que aquí, más allá del sentimiento, es también un elemento obligatorio, que necesariamente debe venir después de la Salutación inicial y el Saludo de la temporada, respetando siempre este orden. Mensaje principal (4) Conjunción (5) Mensaje Aquí pareciera raro indicar hasta la Conjunción para iniciar el mensaje, pero es que los manuales de correspondencia en japonés siempre lo tratan como un elemento aparte para indicar palabras adecuadas tipo “Sate”, “Tokorode”, “Konotabiwa”, etc.. que traducidas al español podrían ser algo como “Ahora”, “Esta vez le escribo para…”, “A propósito”, etc. Bueno, realmente no necesitaría mucha explicación en esta parte. Sobre el mensaje principal, no habría mucho que explicar pero si es para aclarar algo, es que las palabras o nombres referentes al destinatario y/o los suyos deben siempre aparecer en la mitad superior del papel (y las palabras referentes al remitente en la mitad inferior) para así expresar el respeto hacia el destinatario, porque se supone que en las cartas japonesas se considera que la parte de arriba del papel es más “noble” y la de abajo, más humilde o innoble. O sea que para redactar una carta en japonés, no solo hay que cuidar el significado de las palabras, sino su distribución geométrica dentro del texto colocado en el papel… Pienso que de alguna manera se parece al trabajo de poetas. Y si se habla de expresiones de respeto, no estaría demás mencionar que las palabras mismas se cuidan: para mencionar algo del destinatario o los suyos, siempre se usan palabras respetuosas o de elogio (su señora esposa, su preciosa hija, etc.), mientras para lo referente al remitente, se usan palabras normales o rebajadas (“mi ignorante esposa”, “mi cochino hijo”, etc en casos extremos aunque mucha gente no preferirá usar tal expresión hoy en día). Cierre del mensaje (6) Salutación final (7) Palabra del cierre La Salutación final no diferiría mucho del final de las cartas en español. Puede ser algo como “Espero que le vaya bien”, “Espero pronto recibir sus noticias”, o lo que sea. Y la Palabra del cierre suele ser, al igual que la Salutación inicial, una palabra o una combinación de dos ideogramas chinos que no sirven, sino para indicar el fin del mensaje, siendo el más típico el Keigu, que está en kanji en el modelo aunque también existen algunas otras palabras según el nivel de respeto y tipo de carta.
El Maestro de Go
Yasunari Kawabata
208 págs.
(Emecé)
El Maestro de Go
Hacia 1938, el jugador de Go Shusai Honnimbo-, imbatible meijingodokoro, está próximo a morir. Es el Gran Maestro de la época, luego de él no habrá ningún otro jugador de tan alto grado. Los maestros, elegidos en el seno de familias nobles, deben integrar el torneo anual en donde compiten bajo la tutela del shogun. El tiempo de Shu-sai, el último de los Honnimbo-, estará medido por la partida con el joven maestro Otake, quien simboliza el tránsito ideal de la tradición a un mundo nuevo, diferente y aún indeterminado. Espectador de excepción de la contienda, Yasunari Kawabata asistió al interminable torneo, que duró casi medio año, con una extensa interrupción de tres meses a causa del agravamiento de Shu-sai. Derrotado definitivamente el 4 de diciembre de 1938, éste muere un año después. El Maestro de Go es la biografía ficticia de un hombre que va al encuentro de su destino con extraordinaria dignidad, una obra impar del Premio Nobel de Literatura 1968.

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Mil Grullas
Yasunari Kawabata

144 págs.
(Emecé)

Mil Grullas
En la bella ciudad de Kamakura, una mujer que oculta una mancha en uno de los pechos manipulará los preciosos objetos de un rito que trasvasarán, como fantasmas, el peso del erotismo de una generación a otra. Y así, un joven hereda las obsesiones amorosas de su padre, experto en la ceremonia del té. Mil grullas en vuelo aparecen a lo largo del relato como misterioso auspicio. Yasunari Kawabata, uno de los mayores escritores japoneses del siglo XX, explora en esta novela la fuerza del deseo y del remordimiento, y la sensualidad de la nostalgia, en una bellísima historia en donde cada gesto tiene un significado, e incluso hasta el más leve roce o suspiro tiene el poder de iluminar vidas enteras, a veces en el preciso instante en que son destruidas.
Una historia brillante acerca del deseo, el arrepentimiento y la sensualidad.
Yasunari Kawabata, premio Nobel de Literatura y autor de País de nieve es uno de los más importantes escritores japoneses.

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Pais de Nieve
Yasunari Kawabata
160 págs.
(Emecé)

Pais de Nieve
Shimamura regresa al País de nieve atraído por la belleza de la estación y el tradicional estilo de vida. Pero vuelve especialmente por Komako, una joven aprendiz de geisha que conoció en un viaje anterior. Él es un hombre rico, de mediana edad, que intenta escapar de un matrimonio sombrío y de su vida en Tokio. Ella, una bellísima mujer vulnerable a sus propias emociones, que madura ante los ojos de su amante. El amor apasionado que Shimamura despiera en Komako le plantea un dilema: incapaz de corresponderlo, pero a la vez fascinado por su intensidad, optará por repetir y prolongar su estadía en las termas aprovechando la distancia perfecta que le ofrece la relación huésped-geisha. Un tercer personaje, la misteriosa Yoko, teje su destino al de la pareja, con el blanco de la nieve como trasfondo y presencia continua.
La escritura sutil y poderosa de Yasunari Kawabata vuelve con una novela donde relata con maestría el triángulo del amor, la belleza y el paisaje

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Correspondencia
Yasunari Kawabata
256 págs
(Emecé)

Correspondencia
Esta Correspondencia completa e inédita entre Kawabata y Mishima, que abarca veinticinco años (1945-1970), ilumina las afinidades secretas que, bajo aparentes contrastes, vincularon a estos dos grandes escritores japoneses del siglo XX. Al comienzo de su intercambio epistolar, Mishima era apenas un muchacho. Para él Kawabata era un maestro. Éste, ya un escritor célebre, supo apreciar el talento del discípulo y lo alentó desde entonces. Compartían varios temas y obsesiones: la atracción por la muerte, la percepción trascendente de las relaciones humanas, la superación de sí mismo teñida de crueldad, la exigencia de lo absoluto y de la perfección, la devoción por la belleza. Al final de sus vidas los unió el suicidio, que ambos eligieron con dos años de diferencia. La lectura de estas valiosas páginas resulta una experiencia única y reveladora de la personalidad literaria de Kawabata y Mishima, así como la prueba incontestable de una amistad tan profunda como refinada.

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Lo Bello y lo Triste
Yasunari Kawabata
208 págs.
(Emecé)

Lo Bello y lo Triste
Impulsado por la nostalgia, Oki Toshio decide viajar a Kyoto para oír sonar las campanas del templo en el Año Nuevo. Pero, además, quiere ver a Otoko, su antigua amante, ahora pintora. Todavía hermosa, Otoko vive con su protegida Keiko, una joven amoral, sensual y apasionada de apenas veinte años. Keiko desencadenará este cruel drama de amor, venganza y destrucción. Yasunari Kawabata, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1968, se ha consagrado como uno de los más distinguidos novelistas japoneses. A los setenta y dos años de edad, se quitó la vida sin dejar ninguna explicación. Lo bello y lo triste es el testimonio póstumo de la maestría de la maestría psicológica, del virtuosismo y de la originalidad de su obra.
Filosofia japoensa: